CEGUERA
¿Es necesario ver para hacer psicoterapia? A una persona que acudió a mi consultorio la tildan de incapaz porque no puede ver. La psicología que estudia es su vocación y la psicoterapia le llena de sentido la vida, aunque esté por ahora solo en su proyecto. Su corazón late fuerte mientras me lo cuenta. Sonríe cuando le pregunto qué le atrae de todo esto. Lágrimas brillan en sus ojos, que aunque no ven nada en absoluto, no los percibo vacíos. Algo me cuentan desde lo más profundo de su ser, aunque no me enfocan. Siento que ve con otros ojos. Me comenta que posee una especial sensibilidad para escuchar, para sentir, para estar junto a otro que también sufre. Y elijo creerle. ¡A cuantos conozco que viendo perfectamente no logran ver al Tú que tienen al frente!
Los valores que le atraen son fuertes, por lo que se opone a las etiquetas que le pegan. ¡Qué poder de obstinación del espíritu que me conmueve! “No quiero llorar y verme débil” me dice, y le respondo “gracias por ser más bien tan valiente”, porque hay que serlo para dejarse ver en su dolor y frustración, en su enfrentarse con un mundo que parece no comprenderle. Es humano entonces sentir la angustia que siente, que es la señal de su libertad posible, es la alerta que le indica que le toca responder, que le corresponde decidir. Y su elección es seguir, a pesar de todo y de todos los que le dicen “no puedes”, incluyendo una parte de ella misma, que ha aprendido a verse así, imposible. Sabe que no puede hacer nada con su ceguera. Sabe que su
libertad no tiene que ver con superar ese límite infranqueable al que se enfrenta. Pero intuye que aun así es libre, libre para ver qué hacer con todo esto. Son los momentos en que se sonríe, y le acompaño también sonriente, con todo mi corazón.
¿Es entonces necesario ver para ser psicólogo y hacer psicoterapia? ¿Es necesario ver por
los ojos para realizarse? ¿Si no puedo ver no puedo intencionarme hacia valores y encontrar sentido a mi vida? Me rehúso a pensar de esa forma. Puedo ver sus ganas de seguir adelante, de cumplir sus sueños y de ser una mejor versión de sí, con la motivación autotrascendente de ayudar a los demás. Profundamente agradecido le estoy por darme tan humana lección de ser humano. Por ayudarme a abrir más mis ojos que a veces los descubro tan cerrados. Yo sé que siente que estoy al frente, abierto, y en su confianza siento que me lo agradece.
En este instante viene a mi mente la frase del querido Antoine: “Solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”. También a él elijo creerle.
Alejandro Salomón Paredes