Según Karl Jaspers todos poseemos un «coeficiente de adversidad». La vida nos confronta con diversas situaciones «limite» (que no podemos cambiar) que requerirán de cada uno una actitud determinada. La diferencia entre el ser víctima de la vida y ser protegonista esta precisamente en la actitud que se adopte ante tales circunstancias.
Quien se hace víctima tiende a preguntarle a la vida (¿por qué me pasa esto?). Quien quiere ser protagonista de su propio existencia ha de responderle a la vida con su ser mismo. ¿Qué marca la diferencia entre estas dos actitudes?: un ¿por qué? por un lado (justifica, paraliza, victimiza), y un ¿PARA QUE? por el otro (captar valores, encontrar sentido). Al responderle a la vida reconfirmo la pregunta que la vida me hace, buscando lo valioso de la situación, su valor, incluso si
conlleva sufrimiento. A esto en logoterapia le llamamos responsabilidad, usar la conciencia para elegir, sabiendo que solo yo estoy llamado a encontrar lo que hay ahí, reservado para mi.
Nadie esta libre de fracasar, de sufrir y de verse confrontado con la muerte. Pero todos somos libres para ver que hacemos con esa adversidad. Para
esto hay que pasar por el momento mismo del limite, viviendolo y sufriendo o frustrándose si es necesario (y sí que lo es). Todos tenemos un ritmo y un tiempo para aprehender lo que la vida nos regala, un sentido particular y único tras la apariencia de una circustancia. Pero si nos quedamos solo en lo «literal» no conoceremos el trasfondo, el significado oculto, el sentido que nutrirá nuestro ser mismo.
La pregunta por el sentido de una situación en la vida nos moviliza a responder, nos vuelve resilientes, capaces de confrontar el destino y trascenderlo, de nutrirnos a pesar del sufrimiento o la frustración, de vivir plenamente a pesar de la muerte inevitable.
En palabras de Goethe: «No hay en la vida nunguna situación que el hombre no pueda ennoblecer haciendo algo o aguantando»
Alejandro Salomón Paredes
Psicólogo – psicoterapeuta
Director Centro Logos
C. Ps. P. 12034