Cuando la persona no vive desde su ser responsable, se dice que se haya neurótica. Esto es, cuando evita responder por si misma a lo que la vida le plantea. Asumir tal actitud puede ser en extremo angustiante para quien se ha acostumbrado a vivir tapando sus vacíos interiores, apoyándose excesivamente en su mundo, sin encontrar apoyo en si mismo.
Pero la Logoterapia, al ser un enfoque existencial, pone el acento en el llamado que la vida nos hace a ser responsables. Y esto es precisamente el objeto de atención de la terapia en si: la actitud hacia el problema, hacia la neurosis, hacia la enfermedad. Cuando llego a darme cuenta qué vengo haciendo con mi neurosis (que es algo que tengo) puedo esclarecer si tal actitud me resulta sana o no, si me moviliza a superarme o me limita. Entonces tengo la oportunidad de aceptarme con lo que me ocurre y captar lo valioso incluso de mi neurosis, para qué me sirve y de qué forma me ayuda a sobrevivir (mas no a vivir). A través de mi conciencia accedo a mi ser espiritual y estoy entonces en capacidad de elegir qué hacer. Y es que solo puedo elegir si soy consciente (la elección es algo solo humano). Es así que me hago responsable, respondo por mi ante lo que me ocurre.
En este sentido la Logoterapia surte un efecto movilizador, de apertura, de clarificación, o simplemente de visión. La terapia invita a la persona a «levantar su lámpara» para ver aquello que no
veía: otra perspectiva de su neurosis, la responsabilidad sobre la actitud vital, los valores no captados en la vida y los recursos y capacidades de su espíritu, veladas por una mente bloqueada y rígida. Todo esto está siempre al alcance del hombre, para que estire la mano y use. Pero para esto es indispensable ser consciente (saber) que se tienen manos y que se pueden mover. Y que es únicamente cada uno el encargado de estirarlas y coger. Como aquel que cree que su vida no tiene sentido, pero algo en su interior le avisa que aunque le parezca (crea) que no hay nada valioso pues si lo hay, por descubrir. Así la vida se le convierte al hombre en misión.
En palabras de Viktor Frankl: «El ser persona propiamente comienza por tanto allí donde deja de existir el ser impulsado. El hombre no es impulsado por un ello, es un Yo que decide». (La presencia ignorada de Dios, 1974)
Alejandro Salomón Paredes
Psicólogo – Psicoterapeuta
Director Centro Psicoterapéutico Logos
C. Ps. P. 12034