El niño que vive en situación de escasos recursos económicos pasa la mayor parte del tiempo en las calles, ya que necesita trabajar para sobrevivir, supeditado por los padres o porque ha sido abandonado, encontrándose expuesto a situaciones dañinas y de peligro. La mayoría de ellos consumen drogas, lo cual afecta su integridad física, psicológica y
emocional.
La pobreza propicia la aparición de enfermedades y problemas en el desarrollo, por ausencia en el cuidado de la salud, escasos recursos educativos y abandono del sistema familiar. Los niños se ven obligados en trabajar en las calles, lavando carros, mendigando, vendiendo algún producto, en el peor de los casos prostituyéndose o vendiendo drogas, lo que afecta su estado emocional, generándole sentimientos de inferioridad, minusvalía, angustia, ansiedad e inseguridad. Además, algunos niños evidencian agresividad y están a la defensiva ante el contacto con el otro.
Por otro lado, el consumo de drogas causa un deterioro en la salud mental del niño, tornándose vulnerable a presentar trastornos de orden conductual, intelectual y emocional, debido a que no se encuentra completamente estructurada la personalidad y el sistema nervioso central que rige el comportamiento, causándole dependencia a seguir consumiendo sobre todo inhalantes de bajo costo que se adquieren fácilmente en las calles, como el terokal, o derivados de la coca como la pasta básica. Las consecuencias son bastantes significativas ya que alteran su salud así como el entorno social, causándoles desamparo, frustración, evitación de la realidad, sentimiento de inferioridad, así como alteraciones en el sistema nervioso y neurológico.
La pobreza es la causa y la adicción es una de las consecuencias, muchos de los niños acuden a sustancias psicoactivas para evadir su realidad situacional y creen que es la manera de olvidar por un momento sus penas o frustraciones, la mayoría de ellos lo hacen porque eligen hacerlo ya que no se encuentran al cuidado de una persona adulta o tutor o por influencia de sujetos que se encuentran en las mismas condiciones. Los niños sumergidos en las drogas trabajan para pagar su vicio y solo viven de ello. Las condiciones y el contexto permiten que sigan llevando este estilo de vida y se expongan a muchos riesgos.
La rehabilitación de los niños que viven en la calles en ocasiones presenta un buen pronostico, pero en la mayoría de los casos no es muy favorable, puesto que poseen estilos de vida fuertemente arraigados manifestados en un significativo deterioro en la salud psicológica y emocional. A algunos de ellos les resulta difícil reinsertarse a la sociedad, transgreden normas y reglas, tornándose sociópatas. Sin embargo, algunos apelan a su voluntad y son constantes en su recuperación, así mismo encuentran un sentido para alcanzar sus metas en la vida, lo que moviliza lo sano de su persona para sobreponerse a sus adversidades.
Johanna Berríos Sosa
Psicóloga – psicoterapeuta
Area Infantil
C. Ps. P. 13018