La autoproyección es la capacidad de auto distanciarse para verse en posibilidad de ser distinto de como se viene siendo. Es ser consciente de las posibilidades de ser, activar y utilizar la tensión entre el ser y el deber ser (a lo que el hombre está llamado a ser). Desde la personalidad neurótica el hombre cree que es así y no puede ser de otro modo (Frankl). No logra contemplar su ser como posibilidad de ser diferente (no otro). Se ha definido, se ha acabado, se considera un ser que ya es. La autoproyección es entonces mirar hacia adelante en el horizonte de la existencia con esperanza.
La autoproyección actualizada es el más amoroso acto de confianza en la persona humana como ser que deviene, que no está determinado por lo que lo condiciona, que es amo y señor de su mundo hasta que deje de existir. En palabras de Martin Buber, no solo hay que aceptar incondicionalmente al hombre en su aquí y ahora, sino confirmarlo con todas sus posibilidades de realización como proyecto de ser. Esto es el más profundo respeto por la persona como ser que puede y “debe” llegar a ser.
La persona es potencia, no un hecho, y en la autoconsciencia de este ser potencia radica la decisión del despliegue y actualización del potencial que se convierte en actitud ante la vida. Así el ser humano llega a ser quien está llamado a ser. Como Frankl señala, hay que tomar consciencia de la libertad personal para realizarla, sino solo quedará en posibilidad. La autoproyección es la visión de la persona que se halla intacta, una visión que es siempre hacia adelante. Para algo es que tenemos los ojos en la cara y no en la nuca.
Alejandro Salomón Paredes